Prefacio.
Todos nuestros intentos de huída habían sido infructuosos. Con el corazón en un puño observé cómo se aprestaba a defenderme. Su intensa concentración no mostraba ni rastro de duda, a pesar de que le superaban en número. Sabía que no cabía esperar ningún tipo de ayuda, ya que, en ese preciso momento, lo más era que los miembros de su familia lucharan por sus vidas del mismo modo que él por las nuestras.
¿Llegaría a saber alguna vez el resultado de la otra pelea?
¿Averiguaría quiénes habían ganado y quiénes habían perdido?
¿Viviría lo suficiente para enterarme?
Las perspectivas de que eso sucediera no parecían muy halagüeñas.
El fiero deseo de cobrarse mi vida relucía en unos ojos negros que vigilaban estrechamente, a la espera de que se produjera el mínimo descuido por parte de mi protector, y ese sería el instante en el que yo moriría con toda certeza.
Lejos muy lejos, en algún lugar del frío bosque aulló un lobo.
(Stephenie Meyer, Eclipse)
En ese momento ocurrió. Fue el mínimo despiste el que le condujo hasta mí.
Edward jamás se lo perdonaría y yo habría deseado que no hubiera pasado.
Ya no podría saber el resultado de la pelea.
Ya no podría saber si la que iba a ser mi futura familia estaría bien.
No podía ni imaginarme lo que haría el ahora, se dejaría matar; podría mirar por su familia. Por Esme, tan buena madre, por Carlisle, y su buen corazón, por Jasper, y sus controles de ánimos, por Emment, el que sería mi hermano grandullón y sus temas, por Alice, la mejor hermanita y sus visiones, y bueno...por Rosalie, esa vampira que aun no me había aceptado.
De todas formas yo les quería tal y como eran, y ahora mi deseo de ser como ellos había terminado...
¿Qué pensaría Charlie sobre esto?¿Y Renée? Mi alocada madre...
Fue la quemazón de la ponzoña en ese momento lo que me hizo saber que todo lo que pensaba no estaba pasando, y que ahora en esos momentos me retorcía de dolor. como aquella vez, pero ahora no había tiempo , por eso tenía una cosa segura... no moriría.
(Liah)
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